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Tapionero

BALLENAS EN PENINSULA VALDES


Observar animales salvajes en libertad es sin duda uno de los grandes regalos que nos hace la naturaleza. Muchos viajan a África para participar en algún safari y ver leones, elefantes, antílopes etc; otros optan por encontrase cara a cara con los gorilas de montaña, los hay que tiran hacia Alaska o el Ártico para ver osos o quizás mucho más al sur del continente americano para observar pingüinos. En esta ocasión nos iremos hasta Península Valdés en sur de la Patagonia Argentina para realizar el avistamiento de ballenas, ese legendario y gigantesco animal.


Península Valdés es un lugar declarado Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO desde 1.999 y es sin duda uno de esos lugares santuarios de la Naturaleza que nadie que presuma de ser viajero debería perderse.


Llegué a Puerto Madryn en octubre, en plena temporada de avistamiento de ballenas, no tenía alojamiento reservado y me costó encontrar uno. Finalmente y tras mucho preguntar encontré una sencilla habitación en un pequeño hotel. Enseguida salí y reserve en una agencia de viajes una excursión de día completo para el día siguiente. Si tenía suerte podría observar ballenas francas australes, especie en peligro de extinción, elefantes y lobos marinos, delfines, orcas, pingüinos de Magallanes etc. Parecía un buen plan.


Toco madrugar, nos dirigimos hacia Puerto Pirámides. El paisaje era bastante desolador, no había ni bosques, ni montañas, no era el territorio que uno espera encontrar en la Patagonia, esta era sin duda una Patagonia diferente.


A la hora prevista embarcamos en unas pequeñas embarcaciones, nos dieron los chalecos salvavidas y nos explicaron que el barco era como un reloj. La popa eran las seis, la proa las 12 y así cuando el capitán del barco observara a los cetáceos, nos indicaría en qué lugar se encontraban.


Comenzó la navegación, había oleaje y el barco se movía bastante, pero el entusiasmo era mayor. Pasado un rato el capitán anuncio por el altavoz: “Ballena a las cuatro “, recuerdo a una señora argentina que exclamo: “que bien organizado esta que saben a qué hora encontraremos a las ballenas”, sonreí y me dirigí al lugar indicado. Allí estaban, seis tremendas ballenas muy cerca de nosotros, resoplando, expulsando el agua, agitando sus colas. Fueron momentos muy emocionantes, con ese animal y sin saber muy bien el motivo tengo una relación muy especial. No sé ni el tiempo que estuvimos detenidos disfrutando de aquel maravilloso espectáculo.


Observar ballenas no es muy difícil, siempre que escojamos la temporada y el lugar idóneos. Se puede tardar más o menos, pero la ballena es un mamífero y antes o después tiene que salir a respirar, se trata de tener paciencia. Lo demás será suerte. ¿Cuántos ejemplares observaremos, cuanto de cerca los tendremos, si veremos algún salto, si sacaran la cola? en fin cada vez será diferente.


A la hora indicada volvimos a puerto, el avistamiento de ballenas en navegación había concluido. Cuando llegue a Puerto Madryn decidí darme un pequeño homenaje, entre en un lugar y pedí una torta galesa……pero eso es otra historia y os lo contare en otra oportunidad.

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