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Tapionero

SIEMPRE EGIPTO

Actualizado: 19 jun 2023


Canta Jorge Drexler: "Somos una especie en viaje, No tenemos pertenencias, sino equipaje, Vamos con el polen en el viento, Estamos vivos porque estamos en movimiento"


Y para los que amamos el movimiento, el viaje, el deambular de un sitio para otro, no podemos dejar de viajar a Egipto.

Son tantos los lugares interesantes que es imposible en una sola vida visitar tan solo una mínima parte de los tesoros que guarda el país del Nilo.


Por eso en mi primer, y ya muy lejano, viaje al país de los faraones, anote dos lugares relacionados con la literatura que no quería perderme.


El primero, por orden de llegada, seria en el Cairo, la caótica y bulliciosa capital de Egipto. Allí en el archiconocido y abigarrado mercado de Khanal- Khalili se encuentra en una de sus estrechas callejuelas, el Café El Fishawi, ese donde el gran escritor egipcio Naguib Mahfuz acudía cada tarde, para sentándose siempre en la misma mesa y en el mismo rincón, escribir sus maravillosos relatos. Parece que el ambiente del café, el cercano bullicio callejero y las miradas y conversaciones de unos y otros inspiraban al famoso Premio Nobel.


Me senté en una pequeña mesa de mármol blanco y pedí un té con menta. Las paredes que me rodeaban estaban repletas de grandes espejos y del techo colgaban lámparas de cristal. Allí sentado y observándolo todo me sentía dentro de un caleidoscopio. Enseguida un servicial camarero me trajo una pequeña tetera de color azul y un vasito de cristal, me serví la dulce bebida y de mi mochila saque el libro El Callejón de los Milagros, comencé a releer alguno de sus párrafos. Quizás con este sencillo acto quería rendir un sincero homenaje a aquel hombre que con sus libros me había mostrado un Egipto repleto de curiosos personajes. Abandone el Café satisfecho.

Tras unos días en el Cairo volé a Aswan, allí tendría mi segundo “imperdible”.


Mi economía no podía permitirse alojarme, en él por aquella época algo decadente Hotel Old Cataract. Yo me aloje en un hotel cercano, mucho más sencillo y acorde a mi presupuesto.

El Old Cataract lo mando construir en 1.899 Thomas Cook para de esta forma poder dar un alojamiento de calidad, a los por aquellos años, primeros adinerados turistas europeos que querían descubrir el país de las pirámides.


Winston Churchill, el zar Nicolás de Rusia, el Aga Khan, Omar Shariff, el arqueólogo Howard Carter, tras descubrir la tumba de Tutankamon y Agatha Christie entre muchos otros pernoctaron en aquel esplendido alojamiento de encanto colonial.


Se dice que la escritora británica escribió, o al menos se inspiró mientras se alojaba en el hotel, su famosa novela, Muerte en el Nilo.


Aunque no estuve alojado en el Old Cataract si pude disfrutar de un precioso atardecer en su maravillosa terraza sobre el Nilo, con la isla Elefantina frente a mí.


Mientras saboreaba un refrescante “karkade” (bebida típica de Egipto hecha con hibisco ) pensé entusiasmado en la navegación que llevaría a cabo durante los próximos días por el majestuoso Nilo en su lento y perezoso fluir hacia Luxor , lo haría a bordo de una sencilla faluca, pero eso es lo contare en otra ocasión.

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